Messi, el terror del Espanyol
Para la gran estrella azulgrana, el duelo ante el rival de la ciudad no es uno más. Siempre les amargó la vida
En el mundo del fútbol existen pocos casos de precocidad como el de Leo Messi. No sólo porque debutara en el primer equipo con 16 años (el 16 de noviembre de 2003 en el amistoso Oporto-Barça), sobre todo porque desde que jugara su primer partido en Primera División (el 16 de octubre de 2004 ante el RCD Espanyol) únicamente ha tardado cuatro años en convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo. Bueno, tres, porque en diciembre del año pasado la FIFA le eligió como segundo futbolista más destacado del planeta, por detrás de Kaká y por delante de Cristiano Ronaldo en su fiesta anual celebraba en la Opera House de Zúrich.La historia futbolística de Leo Messi se puede escribir de muchas formas y arrancando desde lugares distintos, pero siempre habrá un antes y un después en su vida desde que Frank Rijkaard decidiera convocarlo para el derby catalán de la temporada 2004-2005. A pesar de que el Barça sólo iba ganando por 0-1, y el Espanyol podía empatar en cualquier momento, el técnico holandés decidió otorgarle doce minutos de gloria después de sustituir a Deco: “Fue una noche que siempre llevaré dentro de mi corazón porque se hizo realidad uno de mis grandes sueños”, manifestó Leo en su biografía ‘El Tesoro del Barça’.
UN PARTIDO ESPECIAL
Aquella noche en el Estadi Olimpic Lluís Companys contra el Espanyol fue el inicio de muchas cosas extraordinarias: reconocimiento deportivo crecimiento económico y títulos, el primero la Liga y el último la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín.
Para Leo Messi todos los encuentros son iguales, porque todos los quiere ganar. Esa es su mentalidad. Sin embargo, alguno es más especial que otro. Por ejemplo, los que ha tenido como rival al Espanyol. Desde que era infantil, la rivalidad entre el Barça y el equipo blanquiazul ha estado muy presente y ha sido muy enconada, porque ambos equipos, los dos grandes del fútbol catalán, siempre se han disputado los títulos de estas categorías inferiores.
Si a algún equipo le tiene tomada la medida Messi ese es el Espanyol, porque desde que jugara su primer partido en enero de 2002, siendo cadete B del FC Barcelona, hasta el día de hoy, profesional contrastado, nunca ha conocido la derrota ante los ‘pericos’. En aquella ocasión fue la fase territorial de la Nike Premier Cup disputada en Cornellà en una temporada, la 2001-2002, que la cerró con otro triunfo ante el Espanyol, en aquella ocasión en el torneo de verano del Sant Gabriel. ¿Saben quién era entonces su entrenador? ‘Tito’ Vilanova, la mano derecha de Pep Guardiola en el primer equipo.
Aquel magnífico cadete de Messi, Cesc Fábregas, Piqué, Marc Valiente, etcétera, tenía la oportunidad de proclamarse campeón de Liga de la temporada 2002-2003... ¡ante el Espanyol en la última jornada! Ese día Leo sufrió una lesión: traumatismo facial a nivel del arco cigomático derecho. El Barça acabó ganando esa la Liga y volvió a encontrarse con el Espanyol pocas semanas después en la final de la Copa Catalunya. Dejaron jugar a Leo llevando la máscara que meses antes había usado Carles Puyol. El 4 de mayo de 2003, en la Vía Férrea de Cornellà, Messi puso en un brete a los técnicos del Barça, principalmente a su entrenador, Àlex García. A Leo la máscara se le movía mucho, así que decidió quitársela cuando el partido ya había comenzado y jugar sin protección. Completó los cuarenta minutos, marcó dos goles extraordinarios y su técnico le prohibió salir en la segunda mitad por el grave riesgo que suponía jugar sin la máscara.
Así era Leo con quince años de edad. Ambicioso, ganador nato, competitivo al máximo. Unas virtudes que se sumaban a una clase y una calidad futbolística fuera de lo común para un chico de su edad.
La progresión de Messi era tan espectacular que en la temporada siguiente, la 2003-2004, cuando llegó a la presidencia Joan Laporta y su junta directiva, terminó jugando en cuatro equipos distintos en un mismo año: juvenil B, juvenil A, Barça C (Tercera División) y Barça B (Segunda División B).
Era tan bueno, tan superior a la gran mayoría de contrincantes, que los responsables deportivos del FC Barcelona (Txiki Begiristain y Josep Colomer), decidieron que fuera subiendo peldaños poco a poco.
El Espanyol, en esa época, volvió a sufrir en sus carnes el ‘veneno’ Messi. Le temían y rezaban para que, por algún motivo, no pudiera actuar. El Juvenil B dirigido por Guillermo Hoyos podía ser campeón de su categoría si derrotaba al Espanyol en Sant Adrià. Podía darse el caso inverso. Messi, que jugaba en Tercera División con sólo 16 años, reforzó junto a Piqué al conjunto juvenil. El 25 de abril, en la Ciudad Deportiva blanquiazul, Messi se encargó de que los tres puntos cayeran del lado azulgrana. Se inventó una jugada que acabó por sentenciar el partido 1-3. El título de campeón se le volvía a escapar al Espanyol... y en gran parte por culpa de Messi.
El fútbol base españolista se alegró muchísimo de que el azulgrana pasara a jugar en categoría superiores, si bien hay que destacar que en Segunda B, Leo también le marcó un gol al Espanyol en la temporada 2004-2005. Ya entonces, Messi entrenaba con cierta asiduidad a las órdenes de Frank Rijkaard, que se lo había llevado en verano a la gira por Japón, China y Corea del Sur.
Ante el Espanyol, el argentino tiene un reto pendiente que, conociéndolo, querrá conseguir esta noche: marcarle un gol en Montjuïc, algo que todavía no ha conseguido.
Hace bien el técnico españolista, Bartolomé Márquez, en temer a Leo Messi porque si hay un equipo al que siempre le ha tomado la media ese es el suyo. Hace prácticamente cuatro años que Leo debutó en Primera División y desde entonces lo único que ha hecho ha sido dejar constancia de su clase y de su peligrosidad.













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